El retorno a las Humanidades», artículo publicado en 2001 por Antonio Fontán finaliza afirmando que las funciones de la universidad han sido y serán las mismas: crear ciencia y fomentarla, y formar los profesionales de grado superior que demanda la sociedad. En esa creación de ciencia Fontán incluyó los saberes humanísticos; pero cabe preguntarse: ¿esos saberes son ciencia?
La observación y el razonamiento, elementos definidores de «ciencia» (lat. scientia, «conocimiento»), se aplican tanto a las ciencias experimetales, formales y naturales, como a las ciencias relativas al ser humano. En cada una de ellas se genera su propio método científico (gr., -meta, «hacia»; -odos, «camino», «camino hacia el conocimiento»). En éstas últimas, pues, se aplican la observación, la emisión de hipótesis y la comprobación experimental. La aparente diferencia entre ciencias son los tipos de resultados. En unos casos son tangibles, en otros suelen quedar en el ámbito de la especulación científica.
Ahora bien, la fiabilidad de los resultados es idéntica, si se sigue el método científico correspondiente y se trabaja con los datos adecuados. Así, David Galadí-Enríquez,en «A ras de cielo», puso de manifiesto que las afirmaciones sobre el aspecto del cielo en otros planetas se vieron totalmente alteradas con los datos aportados por las sondas espaciales.
De este modo, el tono de la luz ambiental en la superficie de Venus no era blanco, como cabría esperar a partir de la difusión de Mie, sino fuertemente amarillento-anaranjado. El fallo en la «predicción» se resolvió cuando las sondas espaciales enviaron información sobre la enorme densidad y grosor de su atmósfera Venus. ¿Estos fallos invalidan el proceso en la determinación de la luz ambiental? No, en modo alguno. Lo mismo sucede en el ámbito de las Humanidades, aunque sus resultados no son tangibles como las fotos en color de la superficie de Venus.
Hay que reconocer que el enfrentamiento «Ciencias» vs. «Letras», «Humanidades» vs. «Ciencias», como elementos antagónicos, es artificioso. Es más, la ciencia empírica ha sido útil para el desarrollo, por ejemplo, de la Lingüística; de la misma forma que el análisis estructural humanístico ha sido útil para el empirismo. Hay que reconocer que los mejores «momentos científicos» se producen de modo paralelo a los mejores descubrimientos tecnológicos, como sucede hoy con la aplicación informática a las Ciencias Sociales y Humanidades.