http://www.lavozdegalicia.es/santiago/2010/05/13/0003_8480636.htm
«Con el sida, al ser ya crónico, quizá se pierde el respeto»
Sigue habiendo mitos y tabúes sexuales entre los más jóvenes, pero más libertad
Tamara Montero
El jefe del servicio de Obstetricia del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, Manuel Macía, fue ayer el encargado de responder todas las dudas que los estudiantes de la Universidade le plantearon durante la conferencia sobre salud sexual que impartió. Las preocupaciones entre los jóvenes son fundamentalmente dos, que quedaron claras en la encuesta que se hizo previamente a los alumnos universitarios: los métodos anticonceptivos más eficaces y las enfermedades de transmisión sexual.
-¿Están suficientemente informados sobre la anticoncepción los jóvenes?
-Hay información y hay vías para conseguir esa información. Hay que dejar claro que no existe el anticonceptivo perfecto, cada pareja tiene que escoger el método que más se adecúe en cada momento. Todos ellos tienen ventajas e inconvenientes y debemos acudir a casos concretos, evitando el populismo, donde puede llegar a haber opiniones poco científicas.
-Entonces los mitos de carácter sexual siguen a la orden del día en las nuevas generaciones.
-Sigue habiéndolos. Durante la conferencia no hubo ninguna manifestación al respecto, porque los jóvenes son más prácticos, no plantean tanto las disfunciones como la anticoncepción o las enfermedades de transmisión sexual. La disfunción está ahí y es frecuente.
-¿También entre los más jóvenes?
-No es la edad de mayor frecuencia, pero puede haber casos desde el inicio de las relaciones sexuales de disfunción eréctil, anorgasmia, vaginismo...
-Los mitos siguen existiendo. ¿Y los prejuicios?
-Son menos. Precisamente, la salud sexual quiere decir que las relaciones se establezcan el libertad, sin coerción. La palabra en este caso es libertad.
-¿Se preocupan más de los embarazos no deseados que de las enfermedades de transmisión sexual?
-Hay preocupación en torno a las enfermedades de transmisión sexual. Quizá ya hubo más, como con el sida, que al haberse convertido ya en una enfermedad crónica, quizá se le pierde un poco el respeto. Pasó lo mismo cuando se descubrió la penicilina con enfermedades como la gonorrea, que repuntaron, y el sida podría acabar siendo igual. La tendencia a minusvalorar los riesgos es propia de las edades más tempranas, y tenemos que procurar imbuirlos de que no es así.
